sábado, 28 de enero de 2012

Computadoras, neuronas, el cerebro

 DIALOGO CON ARIEL ZYLBERBERG, INGENIERO INDUSTRIAL
Imagen: Guadalupe Lombardo

El Jinete Hipotético vuelve al cerebro. No en vano se dice que es una de las fronteras de la ciencia de hoy. Y se asombra, como siempre, ante los intentos de desentrañar su funcionamiento.

–Bueno, vamos a ver. Usted es ingeniero, cuénteme qué es lo que hace.
–Por un lado, modelos matemáticos y simulaciones con computadora para tratar de entender cómo grandes grupos de neuronas operan en el rasgo de milisegundos o tiempos muy cortos, dando lugar a comportamientos complejos como los que mostramos nosotros cuando resolvemos tareas muy complicadas. Comparados con las computadoras que fabricamos nosotros, los hombres, el tiempo de respuesta de las neuronas es mucho más lento, y así y todo nosotros podemos resolver cosas más complejas que las que resuelven las computadoras, como por ejemplo reconocer textos, utilizar el lenguaje, reconocer objetos. Eso que hacemos sin demasiado esfuerzo para las computadoras resulta complejísimo.
–¿Y cómo hacemos esas cosas? –Bueno, una de las distinciones entre el cerebro y las computadoras es que el cerebro encontró una manera de ser eficiente en el cómputo paralelo. ¿Cómo hacer para hacer cosas rápidamente con componentes lentos y ruidosos? La solución que encontró la evolución para el cerebro fue tener una conectividad tremendamente paralela: cada neurona se conecta con miles de otras neuronas y eso establece una gran red. No sabemos cómo esa red resuelve las cosas complejas, pero parte de la respuesta tiene que ver con la propia estructura.
–¿Y su trabajo concreto qué es? –Dentro de esto que le vengo contando, lo que hago yo es simulación de esas redes para tratar de resolver cierto tipo de tareas que involucran pasaje de información entre distintos procesos. Son modelos que seguramente son falsos, pero que nos sirven a nosotros para guiar nuestra búsqueda experimental.
–Usan cosas de redes neuronales, ¿no? –Sí.
–¿No está un poco envejecido ese modelo? –Un poquito sí. Pero hay dos clasificaciones de redes neuronales. Una es la visión de redes neuronales que son artificiales, en la cual no importa cómo el cerebro resuelve sino utilizar las redes como mecanismos de aprendizaje para resolver cosas que nos interesan en ingeniería. Entonces, por ejemplo, podemos usar redes neuronales para aprender cómo setear los distintos parámetros del proceso para controlar procesos en plantas industriales...
–Explique brevemente qué es una red neuronal. –Es un conjunto de nodos donde cada nodo representa de manera abstracta una neurona y que están conectadas de determinada forma para resolver un problema. Eso es muy genérico, pero lo es porque la investigación de redes neuronales es muy genérica. Por un lado, están quienes pretenden simular exactamente qué es cada una de las neuronas, mientras que otros utilizan una abstracción de mucho más alto nivel y se quedan con lo fundamental que realiza una neurona (disparar o no disparar).
–Y usted usa parte de eso. –Sí, redes de neuronas que se conectan de cierta forma para resolver problemas complejos. Pero lo que me interesa es la neurobiología: quiero usar las redes como un medio para entender cómo funciona el cerebro y no para resolver problemas concretos de ingeniería. El decaimiento del uso de las redes tiene que ver con la visión más ingenieril de las redes, porque se encontraron otras técnicas más eficientes para resolver problemas.
–¿Y qué es lo que trata de entender? ¿Y qué es lo que no entiende dentro de eso que trata de entender? –Una cosa que para mí es muy curiosa es por qué nos cuesta mucho lo fácil y nos cuesta poco lo difícil. Por ejemplo, si tenemos que multiplicar números de tres cifras nos cuesta muchísimo, tardamos un montón y, sin embargo, es algo que la computadora resuelve sencillísimamente. Y al mismo tiempo otros problemas dificilísimos de resolver para una computadora (como reconocer su cara o esa silla) son facilísimos para nosotros.
–Reconocer, además, implica memoria. –Y abstracción. Por ejemplo, parte de la silla en la que usted está sentado yo no la veo, porque está tapada, y sin embargo yo puedo reconocerla y saber que sigue siendo la silla que yo conozco. Eso es muy complejo, y lo hacemos todo el tiempo sin nada de esfuerzo.
–Aparte de problemas aritméticos, ¿hay otros problemas fáciles que no podemos resolver? –Yo creo que para todo lo que implica mantener en memoria muchas cosas al mismo tiempo somos medio malos. El caso de la aritmética lo que refleja es eso: que a uno le cuesta acordarse de los resultados intermedios del cálculo a medida que va avanzando.
–¿Y qué pasa con los idiots savants? –Eso parece ser la excepción. De todos modos, yo no trabajo en eso.
–¿Y por qué nos resulta difícil lo fácil y fácil lo difícil? –El enfoque nuestro es explorar mecanismos que están investigados donde se lleva eso a una mínima expresión. Por ejemplo, le pedimos a una persona que haga dos cosas al mismo tiempo que no puede hacer.
–A ver... –Le muestro un número y le pido que me diga si es más grande o menor que 30, y después le pido que escuche un sonido y me diga si es agudo o grave. La superposición de las dos cosas, extremadamente fáciles cuando se proponen solas, revela que existe un cuello de botella en el procesamiento. Hay, entonces, mucha investigación acerca de cuáles son las fuentes de esa interferencia en el cerebro. Lo que hacemos nosotros es poner al cerebro frente a un desafío que no puede resolver para que podamos ver los límites. Todo esto que le cuento tiene que ver con los modelados. Después, otra cosa que me interesa es cómo el cerebro pone intervalos de confianza en una decisión. Por ejemplo, un economista hace una encuesta y determina que va a ganar determinado candidato, pero con un margen de error que tiene que ver con el método que usó para hacer la encuesta. El cerebro también, de alguna forma, hace lo mismo. Nosotros sabemos, cuando tomamos una decisión, qué tan seguros estamos de que la decisión sea correcta. Le podemos asignar un alto o un bajo grado de confianza a las decisiones que tomamos. Eso es algo interesante, porque nos lleva a estudiar algo más subjetivo en la toma de decisiones: la estimación que hacemos de que nuestras decisiones sean correctas.
–¿Cómo tomamos las decisiones? –En monos se hacen algunos experimentos, de acuerdo con los cuales lo que parece que pasa es que hay áreas del cerebro que representan la información sensorial relevante para la tarea que queremos realizar, mientras que hay otras áreas que integran esa información durante un período de tiempo más largo.
–Estoy tentado de preguntarle cómo es el experimento. –No sea tímido.
–No lo soy, sólo soy hipotético. ¿Cómo es el experimento? –Un mono está mirando la pantalla y se le presentan puntitos que se mueven para un lado y para el otro. El mono tiene que decidir si se mueve para la derecha o para la izquierda. Después de verlo muchas veces, el mono aprende la tarea.
–No entiendo bien. –Lo que uno debería hacer para resolver la tarea que le asignamos al mono es integrar el movimiento para un lado, integrar el movimiento para el otro y decidir cuál de las dos integrales es mayor. Es una especie de emisión de votos: por cada puntito que va hacia la izquierda suma un punto a la opción de que se mueven hacia la izquierda; por cada puntito que se mueve a la derecha, un voto a la opción de que se mueven hacia la derecha. Lo que parece que el mono está haciendo es aproximarse al cómputo matemático que tiene que hacer. Entonces hay neuronas que específicamente computan las integrales a favor de una decisión y de otra...
–Y eso tiene valor evolutivo. –Claro. Otra cosa interesante es que uno pensaría que en el mecanismo de toma de decisión hay áreas que integran la información y deciden, y que eso se transmite a áreas que mueven el brazo. O sea, se separa la decisión de la acción. Pero lo que esta gente que investiga en monos encuentra es que las mismas áreas que participan en el movimiento, participan en el cómputo de la decisión. O sea que hay como un embodiment de la decisión: se toma directamente en las áreas que ejecutan las respuestas motoras. Es una visión un poco contraintuitiva.
–Sí... –Y es muy discutida. Bueno, nosotros lo que hacemos entonces es tomar esos tipos de experimentos muy simples. Lo que nosotros queremos es ver cómo la información que le presentamos en los experimentos influye en la decisión, para ver si hay bias sistemáticos en la activación de confianza. Lo que vemos es que efectivamente pasa eso: el cómputo de la seguridad en una decisión presenta ciertos bias bastante sistemáticos, en los que pesa bastante la información a favor y la información en contra. Pongamos un ejemplo: le damos a una persona dos cuadrados, uno más luminoso que otro, para que decida cuál es más luminoso. Uno junta votos para decir que el de la izquierda es más luminoso, votos para decir que el de la derecha es más luminoso, compara a los dos y decide. Ahora, cuando uno tiene que estimar qué tan seguro está de esa decisión, ahí pesan más los votos a favor de la decisión tomada que los votos en contra de la decisión no tomada.
–Mmmmm... me quedaron muchas preguntas en el tintero pero, como usted puede ver, se me acabó el espacio...

martes, 24 de enero de 2012

Yira, yira: energía solar


La energía, en especial la energía eléctrica es el motor de la civilización. La electricidad se genera a través de métodos hidroeléctricos (caídas de agua y represas), térmicos (se queman petróleo o carbón para calentar agua y hacer girar las turbinas) y nucleares (uranio, nuevamente, nuevamente, para calentar agua y mover las turbinas). Pero todos estos métodos son, o bien contaminante, o bien peligrosos, o utilizan recurso, como el petróleo, que algún día se agotarán. Para encarar estas dificultades, se estudia, y en algunos casos ya se utiliza, la generación de electricidad por medio del viento (energía eólica), o de la luz solar (energía solar). Este tango, curiosamente similar  al de Discépolo, aungura que la energía solar será la principal fuente del futuro, cuando se agoten todas las demás.


Cuando la luz de diez vatios
fayando y fayando
te de oscuridá
cuando tengás la heladera
parada y descongelá
cuando no tengas ni fe
ni uranio de ayer
radiándote al sol
cuando manyés que a tu lado
la carne esta cruda
por falta de gas
tendrás que usar de algún modo 
la fuente solar.

Verás que nada mejora
verás que todo es peor
y el mundo ya no funciona
tira, yira,
cuando te falte energía
cuando te falte calor
no esperes nada de nadie
y alza tus ojos al sol.

Cuando ya no haya corriente
en todos los timbres que vos apretás
cuando se acabe el petróleo
y el uranio no de más
cuando no tengas biomasa
ni alcancen los diques
ni sirva llorar
te acordarás de este otario
que un día buscaba
energía solar

jueves, 19 de enero de 2012

El Perseguidor (de volcanes activos)

DIALOGO CON EL GEOLOGO ALBERTO CASELLI

Lejos de ser considerados especie en extinción, los volcanes, colosales estructuras geológicas expulsoras de magma, continúan siendo estudiados con cierta cuota de respeto y precaución.

Con el ocaso de las grandes erupciones, capaces de sepultar ciudades enteras, el mundo de los volcanes pasó, imperceptible y calladamente, a ser observado con indiferencia y una cierta dejadez. Pompeya, célebre por la enorme explosión del Vesubio en el año 79, quedó oculta bajo un manto de cenizas por una erupción que duró, según se cuenta, unos tres días y que dejó las casas intactas. Menos famosa pero igualmente trágica fue la erupción de un volcán de la isla de Martinica en 1902, que acabó con la vida de prácticamente toda la población de la ciudad portuaria de San Pedro: unas 20 mil personas. Es cierto que desde entonces no hubo erupciones ni tan gigantescas ni tan fastuosas, pero también es cierto que los volcanes activos distan mucho de ser especies en extinción. “Todavía hay muchos volcanes activos en la Cordillera de los Andes”, advierte el vulcanólogo Alberto Caselli, investigador del Departamento de Geología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y director de un proyecto que se propone estudiar los comportamientos de los volcanes para predecir en lo posible la actividad sísmica.
–Acláreme una cosa: ¿Usted persigue volcanes?
–Si tenemos que ponernos estrictos, no los seguimos. En realidad, hacemos algo un poco más complicado: los estudiamos. Y los estudiamos desde dos puntos de vista. Por un lado, se analiza la actividad volcánica, para saber cómo fue la erupción en el pasado y cómo puede ser una erupción en el futuro. Entre esas dos cosas sólo completan el punto de vista geológico. Lo otro que realizamos nosotros es sismología volcánica: tratamos de ver qué tipo de actividad sísmica presenta el volcán y estudiamos la geoquímica de los medios (gases volcánicos y agua).
–¿Qué es un volcán activo? ¿Un volcán que puede entrar en erupción?
–Es aquel volcán que tuvo actividad por lo menos en los últimos 10 mil o 14 mil años.
–¿Y por qué entra en erupción?
–En los bordes de las placas tectónicas hay generación de magma y por algún motivo, por fracturas, ese magma asciende a la corteza provocando una expresión absolutamente terrestre: un volcán.
–¿Y los volcanes de la Cordillera, los que ustedes estudian, se producen por la presión de la placa del Atlántico sobre la del Pacífico?
–Claro, eso se llama “subducción”. La subducción de la placa de Nazca, del Pacífico, debajo de la Americana. Diversos mecanismos originan la fusión de roca que va ascendiendo, se aloja en la corteza y luego, favorecida por algunas fallas o algunas fracturas, asciende a la superficie y da lugar a los volcanes.
–Y ustedes van hacia los volcanes y ¿qué hacen? ¿Miden qué, ven qué?
–En el caso del volcán Copahue, que es el proyecto en el que estamos trabajando, nosotros tenemos instaladas dos antenas sísmicas con doce sensores. Cuando se recibe una señal sísmica, los distintos sensores reaccionan a distinto tiempo (porque llega en momentos diferentes), lo cual nos permite, con algunos cálculos matemáticos, determinar la localización, el origen de la señal. Luego se estudia a fondo cada una de las señales: pueden ser terremotos o pueden ser señales de largo período.
–¿Cómo se distinguen?
–Los terremotos son directamente tectónicos, movimientos de rocas. Si hay movimiento de fluidos (ya sea de gases, de agua o de magma) se determina por otro tipo de señales que están asociadas a volcanes.
–¿Y hay muchos volcanes activos en la Argentina?
–Hay muchos volcanes activos en la Cordillera de los Andes (la mayoría están del lado de Chile) y algunos en el límite fronterizo, como el Copahue y el Peteroa. Hay una franja volcánica que va desde la parte central de Mendoza hacia el Sur y otra que se extiende desde Catamarca hacia el Norte.
–¿Hubo grandes erupciones últimamente?
–La más importante que yo recuerdo últimamente fue la del Hudson, que fue una erupción bastante grande, en el año ’91, y que incluso generó algunos efectos sobre el clima. Pero aunque no hubo grandes erupciones, el volcán Copahue tuvo erupciones en el año ’92, en el ’95 y en el año 2000. En el caso del Peteroa, hubo algún tipo de explosión este año, pero está lo suficientemente lejos de los poblados más cercanos.
–¿Y tuvieron en tiempos históricos o geológicos erupciones grandes?
–Sí, hubo erupciones grandes. A principios del siglo XX, el Quizapu, del lado de Chile, a la altura de Malargüe, que llevó cenizas hasta Buenos Aires.
–¿Y erupciones gigantescas como el Vesubio?
–La de Pinatubo, pero en Filipinas. Fue en el año ’91 y generó los siguientes 3 o 4 años cambios climáticos importantes.
–Y en los últimos 10 mil años, acá...
–Hay un vulcanismo bastante importante en toda la Cordillera de los Andes, volcanes bastante importantes, con calderas, registro geológico de explosiones muy grandes.
–¿Y eso se debe a que la Cordillera de los Andes es relativamente nueva?
–No, se debe a lo que le comenté antes de la subducción, que sigue en marcha desde hace aproximadamente 100/150 millones de años.
–O sea que el Pacífico se está metiendo debajo de Chile.
–Hace 150 millones de años, todos los continentes estaban unidos en un gran bloque denominado Godwana. Hubo varios procesos de desequilibrios. Lo que se sabe es que las placas se mueven permanentemente a lo largo de toda la historia. La última reconstrucción fue la de Godwana, pero antes había otra configuraciones, donde se juntan continentes, se vuelven a separar. En el Océano Atlántico también hay volcanes, dorsales oceánicos, en una cordillera volcánica sumergida.
–¿Y qué más investigan?
–Bueno, además de la sismología, lo que también estamos haciendo son estudios geoquímicos de fluidos volcánicos. Tratamos de ir tres veces al año al Copahue y muestrear gases fumarólicos, estudiar su composición y su origen para entender un poco qué está pasando ahí abajo. El Copahue, en particular, tiene un cráter con una laguna, caliente y ácida, con un pH cercano a 0, lo que demuestra que el volcán está en actividad. Lo que se hace es tomar muestras de vertientes del lago cratérico y de todas las manifestaciones termales que hay en el área para hacer un seguimiento y para estudiar los cambios que se pueden producir en ellas.
–¿Qué es lo que sale, además de magnesio y silicio?
–Hay, mayoritariamente, sílice, hierro, manganeso, aluminio, sodio, potasio, calcio. Y de la composición química depende, en gran medida, la violencia de las erupciones.
–¿Cómo dijo?
–Cuando un volcán tiene erupciones no explosivas sino efusivas, lo que produce son derrames de lava. Si ese magma en el ascenso tiene interacción con agua, la erupción se torna mucho más explosiva. El silicio actúa de una manera similar: si tiene alto contenido significa que hay alta cantidad de volátiles en el magma. En el conducto, cuando viene ascendiendo, los gases se separan, se empujan, chocan y se mueven frenéticamente... es como si fuera una botella de champán que se agita. Cuando se abre, comienza a salir toda la espuma, que, en el caso de los volcanes, son nubes impresionantes de hasta 20 o 25 kilómetros de altura.
–Además de todas estas cosas, muchas de las fuentes termales están asociadas a aguas volcánicas...
–Agua termal significa agua caliente y el agua caliente puede ser que tenga un origen volcánico o puede que no (como el caso de las termas de Entre Ríos). En ese caso, el agua desciende, queda alojada en napas muy profundas y se calienta por la profundidad mediante un gradiente geotérmico. Lo que hacen, entonces, es simplemente perforar y sacar esa agua. En el caso de las zonas volcánicas, la cuestión es diferente, porque ya hay una fuente de calor.
–Mucha gente cree o piensa que esas aguas son muy curativas, cosa que yo no creo para nada.
–Yo sí creo. Igualmente, ése es uno de nuestros temas de discusión predilectos en Copahue, uno de los centros termales argentinos por excelencia. La gente se relaja, está de vacaciones... es un poco psicológico. En Copahue dicen que son fuentes termales volcánicas con propiedades curativas para casos de piel o para enfermedades respiratorias. Evidentemente traen beneficios.
–¿O sea que hasta convendría fabricar pequeños volcanes para tener en el living y conseguir aguas termales a voluntad?
–Bueno, sería bastante cómodo si uno tuviera una casa lo suficientemente grande como para albergarlos. El problema es el olor, que no es muy agradable.
–Eso no lo había pensado.
–Lo que hacemos nosotros es analizar esas aguas termales, fundamentalmente para ver el origen y detectar si hay algún cambio antes de una erupción. Todas esta investigación que hacemos con los volcanes apunta a tratar de determinar los parámetros que me van a avisar que va a haber actividad sísmica. Por un lado, se trata de ver cómo funciona el sistema y, por otro, de aplicar los resultados de este estudio para poder predecir una erupción mediante señales sísmicas y cambios químicos.
Informe: Nicolás Olszevicki.

martes, 17 de enero de 2012

La mano salvadora


¡Ay de mí!
¡El átomo de Rutherford no funciona!

El átomo se derrumba y los electrones
que giran y giran perdiendo energía
caen hacia el núcleo como barriletes sin rumbo.
El átomo se derrumba y la materia
nuestra sólida materia, la que amamos
en cada piedra, cada muro, cada cuerpo,
la materia que tejió nuestra infancia y nos sostiene
de pronto se reduce a cenizas de nada
menos que nada, apenas recuerdo
de lo que fue.
Núcleos sin ton ni son.

¡Ay de mí!
¡El átomo de Rutherford no funciona!

Los electrones caen,
la materia se derrumba
los átomos desaparecen
¿qué será de nosotros?
                       Anne-Marie Genoud, Terror de la Nada, en A. de la L. Radioactiva.

jueves, 12 de enero de 2012

La belleza intrínseca de la naturaleza

DIALOGO CON EL FISICO JORGE WAGENSBERG



Como dos caminos emparentados, la ciencia y el arte no dejan de cruzarse. ¿Por qué las esferas, las hélices, las parábolas, los espirales y las ondas son formas tan frecuentes en la naturaleza? Aquí, las razones.


Ciencia y arte, el cómo y el porqué, la colección Metatemas de Tusquets, que dirige Jorge Wagensberg, físico y director del Museo de Ciencias La Caixa de Barcelona, fueron ejes sobre los que discurrió la charla que mantuvo con Página/12, a su paso por Buenos Aires.
–Ya hemos charlado tantas veces que ahora no sé qué preguntarte. ¿Qué querés que te pregunte?
–Bueno, sobre el último libro.
–¿Sobre qué es el último libro?
–Se llama La rebelión de las formas y es una reflexión sobre las formas que tienen los objetos, de este mundo, y por qué esto es así. Y lo que hago es proponer cuáles son las formas más frecuentes. Esa es otra pregunta interesante.
–¿Cuáles son las formas más frecuentes?
–Bueno, la más frecuente sin duda es la esfera.
–Que se entiende por qué...
–En el mundo inerte es porque es la mínima superficie que encierra un volumen dado y ahí sí está claro, tú tienes el cosmos y todo es redondo: estrellas, planetas... Pero además, al ser la mínima superficie que encierra un volumen dado, la esfera representa la manera más lenta de intercambiar energía, lo contrario de un radiador. Cuando uno tiene frío o calor lo mejor es acurrucarse y acurrucarse significa ponerse lo más esférico posible y eso lo haces cuando tienes mucho frío o mucho calor. En el mundo natural, la selección natural ha favorecido a la esfera porque es una forma que protege. Es la más difícil de morder, por ejemplo.
–¿Pero la selección natural actúa también entre los objetos?
–Todo lo que existe en este mundo es porque ha sido seleccionado, o por la selección fundamental compatible con las leyes, o por la natural, que es la darwiniana, o la cultural, que es la inventada. Pero la esfera que ya existe es favorecida por la selección natural porque protege al individuo. La membrana, las células tienden a ser esféricas pero también lo es el huevo si es acuático.
–Pero digamos que las leyes no necesariamente favorecen la esfera, las leyes naturales son muy propensas a cualquier curva de 2º grado. Y uno se pregunta por qué. Por qué la gravitación es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia y no a otra potencia cualquiera.
–Preguntarse por qué la ley es esa y no otra en realidad no es un problema científico. Es un problema metafísico, porque la ciencia se pregunta el cómo de las cosas y no el porqué.
–Pero hay un porqué.
–El porqué es una pregunta que haces cuando no sabes formular bien la pregunta por el cómo... La contestación a por qué las órbitas son elípticas... La órbita es lo que es la realidad. La ecuación es una creación humana.
–La ecuación es una creación humana pero que la ecuación representa la elipse no es una creación humana.
–No. La elipse es la consecuencia de la ecuación, pero... curiosamente la ecuación no se comprende porque si tú pudieras comprenderla quiere decir que habría una más fundamental..., ahora si buscas la ecuación más fundamental que la que tienes...
–De hecho, en el caso de la ley de gravitación había una más fundamental.
–Bueno, puede haberla, no digo que no.
–En ese caso era la ecuación de Einstein.
–La ecuación de Einstein es más fundamental. De acuerdo, pero eso no es el porqué, sigue siendo el cómo.
–Esa oscilación entre el cómo y el porqué sigue siendo el punto en que fallan los museos de ciencia.
–En alguna parte tienes razón. En el museo se explica mucho el resultado de las cosas y no tanto el método, y no se dice en general que la ciencia avanza con errores y tropiezos..., están teniendo una idea falsa de la ciencia con la idea que “las ciencias adelantan que es una barbaridad”.
–“Que es una brutalidad”
–“Que es una bestialidad”..., la ciencia no se equivoca nunca. Nada más lejos de la realidad. Es tan importante enseñar el resultado como el método y se puede hacer.
–Dejemos esto de los museos porque tengo solamente cien líneas y no cabe..., ese es un porqué muy claro y no un cómo.
–Qué lástima.
–Sí, pero voy a ver si lo puedo publicar en Futuro. Ahora, la colección Metatemas (Tusquets) reflexiona un poco en la orilla, en la frontera de la ciencia, en la frontera del pensamiento científico, no en que se haya descubierto una célula más o un gen más...
–Eso es: por un lado está en la frontera de las disciplinas científicas, el lugar donde a los paradigmas les entra cierto temor.
–Y temblor... pero bueno, va un poquito en contra de lo que me decías... la colección Metatemas a pesar de todo se mete en el porqué...
–Bueno, pero se llama “meta temas”, no te olvides..., mira, hay una cosa interesante para tu página, que es la relación, para mí es genuina, entre ciencia y arte. Yo creo que se puede dar una idea de qué es la belleza si decimos que la belleza se parece mucho a la inteligibilidad en una cosa y es que de algún modo significa la repetición dentro del desorden. Y que fue mucho antes el hecho estético que el conocimiento.
–Bueno, yo te diría ahí que no es irracional pensar que la inteligibilidad juega un papel positivo en la selección natural. Cuanto más inteligible me resulta un paisaje más posibilidad tengo de sobrevivir en él.
–Exactamente.
–Puede ser que eso se haya procesado como belleza.
–Lo que yo sostengo es que la selección natural favoreció primero el hecho estético, un gozo que está en poder anticipar pero que haya una cierta dosis de sorpresa. Eso está muy próximo a lo que es el gozo científico, también.
–Cuando se cumple lo que vos pensabas que iba a ocurrir, pero que no es trivial.
–Y a la vez cuando puedes cargarte la versión anterior. Tú tienes una gran satisfacción cuando anticipas, y una gran satisfacción cuando corriges o aproximas más. La grandeza de la ciencia es que comprendes sin intuir; solo intuimos la tercera dimensión, no intuimos la cuarta, pero los físicos nos manejamos en cuatro, cinco o diez dimensiones sin problemas. La grandeza del arte es que puede intuir incluso sin comprender. No sé si los científicos tienen comprensiones artísticas, de lo que estoy seguro es de que muchos artistas tienen intuiciones científicas.
–Todo esto que estás diciendo no es exactamente el cómo, esto entra mucho en el terreno del porqué.
–Ahora sí, porque ahora no estoy haciendo ciencia, ahora estoy...
–Quería terminar así este metadiálogo.

martes, 10 de enero de 2012

La transmutación (haiku)


Durante siglos, pacientes alquimistas
buscaron oro, trataron
de arrancarlo del mercurio, o de la tierra
revolvieron y estrujaron la materia
en vano.
Y sin embargo, la materia se transmutaba ante sus ojos, serpenteaba por la Tabla Periódica
y unos átomos y otros átomos
cambiaban su identidad.
Nada es inmutable.
Todo es vanidad.
               Rubek Warner, Salomón y los isótopos

jueves, 5 de enero de 2012

"La historia también se escribe en los genes"

 DIALOGO CON EL BIOLOGO DANIEL CORACH


Daniel Corach dirige el Servicio de Huellas Digitales Genéticas de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, trabaja en genética de poblaciones y en identificaciones judiciales. “El 60 por ciento de los argentinos tienen antecedentes indígenas”, explica.

Cuando los genes hablan, dicen cosas sorprendentes, como que el sesenta por ciento de la población del país tiene linaje indígena. Daniel Corach es doctor en Biología, investigador independiente del Conicet y director del Servicio de Huellas Digitales Genéticas de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, que trabaja en identificaciones y casos judiciales y además investiga en genética de poblaciones.
–¿Por dónde empiezo?
–Por donde prefiera.
–Servicio de Huellas Digitales Genéticas; es un nombre ridículo, lo sé, pero es una denominación que tiene ya muchos años. Depende del Decanato de la Facultad de Farmacia y Bioquímica directamente. Bueno, desde 1989 pude armar una estructura, que trabaja a nivel científico de base y también vende un servicio. Trabajamos con once poderes judiciales, resolviendo cuestiones concretas, sociales, desde violaciones y paternidades hasta el caso de la Embajada de Israel, el de la AMIA o el de Yabrán. O con Abuelas de Plaza de Mayo, cuando nos pedían que confirmáramos resultados de otros laboratorios. Todo eso fue gratuito, lo mismo que en el caso de LAPA. Como investigador del Conicet y de la UBA recibo pequeños subsidios, nos financiamos con el servicio que brindamos y la facultad cobra. Así tenemos equipamiento de última generación y todo lo que necesito. No me puedo quejar.
–Es raro escuchar una cosa así.
–Bueno, sí.
–Me dijo que también realizan investigación básica.
–Sí. Genética de poblaciones. Analizamos qué pasa con la población argentina desde el punto de vista de su información genética. Es muy interesante, porque durante mucho tiempo se consideró que la población argentina estaba constituida fundamentalmente por descendientes de europeos y que desde las campañas del desierto, la de Rosas y la de Roca, la población étnica originaria había desaparecido.
–La palabra es justa ¿no?
–Claro que sí. Ahora, cuando se empieza a mirar algunos marcadores genéticos de la población general, resulta que el componente aborigen está muy metido en la población. Hay que redefinir la composición étnica del país: somos mucho más latinoamericanos de lo que pensamos. Las matanzas de las campañas del desierto no consiguieron el exterminio completo.
–¿Y cuántos indios “desaparecieron” en esas matanzas?
–Tenemos los partes del ejército.
–¿Y cuántos fueron?
–Treinta mil.
–Treinta mil desaparecidos.
–Sí.
–Fue una espantosa anticipación.
–Sí.
–Dígame ¿y cuáles son los números a los que ustedes llegaron en sus trabajos?
–Tenemos un 60 por ciento de la población con componentes genéticos amerindios. Es decir, con antecedentes indígenas. Es algo que no vemos porque en general vemos pocas personas de características aborígenes o incluso de raza negra, pero, como dije antes, hay un 60 por ciento de la población que tiene componentes amerindios, de los pueblos nativos. ¿Qué me dice?
–Bueno, es bastante sorprendente.
–Usamos principalmente muestras forenses de distintos sectores: Patagonia (Chubut y Río Negro), centro (Buenos Aires, Santa Fe y Mendoza) y toda la zona del Litoral. También Salta. Usamos marcadores genéticos de herencia uniparental, es decir, por parte del padre y de la madre, o cromosoma Y(que se hereda únicamente por línea paterna) y ADN mitocondrial (que se transmite únicamente por línea materna).
–Cuente qué es un marcador genético.
–Dentro de la información genética de nuestro genoma, tenemos una gran cantidad de información variable, que cambia de una persona a la otra. Una vez que se identifican esos sitios variables, pueden exhibir en la población muchas variantes a su vez, que es lo que un individuo va a compartir con sus hijos y sus padres.
–O con sus grupos relacionados.
–Sí. Es un pedacito de ADN que presenta variantes en la población y que sólo se comparte con grupos muy cercanos, y a partir de ahí se puede hacer una identificación, por comparación. Hay otros marcadores. Por ejemplo, en la Facultad de Filosofía y Letras hay grupos de investigación antropológicos que se dedican a analizar muestras sanguíneas y algunas proteínas polimórficas y llegan a las mismas conclusiones que nosotros.
–¿Qué otras líneas de trabajo tienen?
–Estamos desarrollando una línea de investigación en monos, en Corrientes, junto a un grupo de investigación local, y analizamos las estructuras del hábitat y las conductas de apareamiento del mono aullador, una especie que tiene características genéticas y conductas de apareamiento muy particulares. Las hembras, por ejemplo, necesitan incrementar la variabilidad genética, entonces se vuelven muy promiscuas y bueno..., salen a buscar aportes genéticos laterales, por así decirlo. No maritales.
–Bueno, es todo un ejemplo de conducta.
–Es que todos los animales somos iguales, sólo que los monos no se hacen problemas. Lo que pasa es que el mono del nuevo mundo está muy poco estudiado, porque a nivel genético está muy separado evolutivamente de los primates como nosotros, los del viejo mundo.
–Pero son primates.
–Sí, pero de una rama antiquísima, que se abrió mucho antes que el resto. Y entonces, los marcadores genéticos que se utilizan habitualmente para gorilas, chimpancés, orangutanes, aquí no funcionan. Nuestro trabajo es desarrollar esos marcadores, aislarlos y caracterizarlos, para luego saber quién es hijo de quién, o de qué manera un macho se va imponiendo genéticamente entre sus pares por tener mayor cantidad de progenie. O ver cómo en un grupo que se supone conformado por un macho y su hembra identificables, no es ese macho el que ha aportado el esperma para generar la prole.
–¿Los agarran y los separan del grupo?
–No. Se estudia la materia fecal.
–La caca.
–Si usted lo dice...
–Usan técnicas no invasivas. Ya veo.
–En 2003 y 2004 hicimos un trabajo patrocinado por la Unesco, que fue premiado por el Gobierno de la Ciudad, que consistía en evaluar el nivel de contaminación bacteriana en las plazas y en los cuerpos de agua recreativos de la ciudad.
–Quería volver al tema de los antecedentes amerindios.
–Sesenta por ciento. Y esto se refleja mejor en el ADN que viene por línea materna (el ADN mitocondrial) que el paterno (el del cromosoma Y), porque el mestizaje se hizo básicamente sobre el vientre materno. Las mujeres eran violadas. Era más fácil que un español violara a una india que una española se cruzara con un indio. Los indios hombres eran apartados, explotados hasta la muerte o exterminados. Exterminio y explotación son variables que se repiten en toda América latina. Y la conclusión en la Argentina es clara: todos tendemos hacia el amerindio. Aunque haya sectores de la sociedad que se animan a negarlo.
–¿Quiénes?
–La clase media, principalmente. Curiosamente, la clase alta lo acepta, porque de algún modo es el orgullo de una pertenencia genuina, que da cierta idea de “aristocracia de la tierra”. Y aunque parezca mentira, creo que en esa negación, en esa ignorancia, radica uno de los problemas argentinos. Tenemos, desde el vamos, una visión falsa de nosotros mismos, una visión que la genética desmiente categóricamente.
–Bueno, es una hipocresía incrustada en nuestra propia imagen.
–Y a veces pienso que allí está la clave de nuestros problemas... ¿No lo ve así?
–No sé. Me deja pensando...

martes, 3 de enero de 2012

Rock solar


La pared sobre la que escribieron los profetas
se está resquebrajando
Sobre los instrumentos de muerte
asoma, resplandeciente, el Sol.

Te había oprimido la alta noche vacía y hueca
frente al televisor que en un cuarto cerrado
te hizo compañía hora tras hora.

y el cielo
no te dio consuelo
no te dio consuelo
porque es negro y vacío como la muerte

tanteaste en la oscuridad
recorriste la ciudad sólo alumbrada
por la luz del supermercado
y el brillo del shopping que titila
reventando de compacts y remeras
en el campo sin luz
en el desierto desprovisto de esperanza.

Miraste a las estrellas con pavor.
¿qué te queda de la felicidad de los mundos
que brillan en lo oscuro
que se agitan en la inmensidad
donde no llega el oído
ni alcanza la mirada?

Y de pronto ves
que algo cambia. Te parece
que la noche afloja,
que cede
a regañadientes.

¿Sabés qué está pasando?
No, no sabés qué está pasando. ¿Algo sombrío?
¿Es algo aún más sombrío que te espera?

Y no; yo te diré lo que ocurre.
En este rincón perdido entre los mundos
en este oculto rincón
¿quién conoce su verdadero nombre
en la lista de los mundos?


De repente
en este lugar apartado de todo
donde solo el shopping te indica que estás vivo
ves que se asoma una luz no imaginada

Tu estrella sale por el este!, tu estrella
Tu estrella,
la que entre cien mil millones de estrellas es tuya, sólo tuya
aparece
disputando cada palmo de sombra, torciendo
el brazo a la ominosa noche
va ganando terreno, va ganando terreno
como un sonido, o una alegría que se expande.
Amanece!

Ahora ves. Tus ojos recuperan cada forma,
perciben siluetas grises y distinguen
lo bueno de lo malo
lo benévolo en la selva sin fin.
La calle de tu infancia.

¿Qué te importa si un dios en una barca
la arrastra a regañadientes
o si otro dios la ha cargado en su carro
y cabalga con ella penosamente el cielo?.
¿Qué más da un dios u otro?

Allí está!

Qué te importa saber que un día morirá
hasta ser un astro sin brillo, opaco y frío
perdido en el espacio negro y frío.

Amanece!

La luz avanza tanteando.
Has sobrevivido a la noche, donde anida la muerte
lista como la serpiente decidida a atacar.
Percibiste el silencio de las especies, al acecho
buscando su oportunidad.
Y la pregunta primera: ¿llegaré a ver el nuevo día?

y amanece
Todo está en su lugar y esa esfera
de miserable gas, tu estrella, nace.

La pared sobre la que escribieron los profetas
se está resquebrajando
Sobre los instrumentos de muerte
asoma resplandeciente el Sol.

Simplemente amanece.